Y la sombra de las encinas,
que se extienden sobre mi tierra,
me recuerda,
que es allí donde debo estar.
Mas al fresco,
menos pensante,
sin tanto miedo,
sintiendo el aire.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
De niño le encantaba andar a pata coja, alzar los brazos al cielo e ir dando brincos, imaginense la vergüenza cuando aún a los treinta siga intentando escapar del sentido
1 comentario:
es extraño cuando de repente, el hormigón no abriga tanto como antes...
Publicar un comentario