Los yogures caducados,
los tengo todos situados
en la rejilla más visible del refrigerador.
Y todas las noches los miró,
y con una gran sonrisa les digo:
-Hasta mañana, mi gran amor.
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De niño le encantaba andar a pata coja, alzar los brazos al cielo e ir dando brincos, imaginense la vergüenza cuando aún a los treinta siga intentando escapar del sentido
1 comentario:
Ya me tienes preocupado, ¿eh?
¿Sabes la diferencia entre los locos y nosotros?
Que nosotros sabemos que lo estamos.
Un abrazo!
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